
























La Antiguedad
La historia de la humanidad no se cuenta sin la historia de la joyería. Tal como ocurre con la representación ilustrada, la fabricación de joyas es uno de las artes más antiguas del mundo. Algún pueblo se preveía de conchas, piedras o flores a fin de obtenerse el poder mágico que asignaban a estas joyas. Los poderes mágicos y simbólicos conferidos a las joyas jalonan la historia de la humanidad.
En efecto, en el Egipto antiguo, fuera de su aspecto decorativo, las joyas poseían funciones mágicas y religiosas, tanto por sus formas como por los materiales usados.
Es por esta razón, entre otro, que los hombres llevaban las joyas bien también que por las mujeres. A la semejanza de los mésopotamiens, los egipcios elegían las piedras para su color y su pulido, y no para su escasez o su poder de refracción. Adoraban del cornaline, la turquesa y el lapislázuli-lazuli, concediéndoles virtudes específicas.
La Edad media
En Europa mediaval, las joyas se reservaban a los religiosos, a los soberanos así como a los negociantes. La joya era entonces un símbolo de autoridad. Luego democratizándose, se volvió el regalo ideal ofrecido a la persona gustada, adornado con divisas enamoradas glorificando el amor cortesano.
Sin embargo, en algunos países europeos, el puerto de la joya se reservaba estrictamente a las castas más elevadas (los miembros de la familia real y los nobles). Enarbolar una joya era un privilegio reservada antes a la aristocracia.
En Francia, será necesario esperar la revolución para que el puerto de la joya no esté ya vinculado a la clase social. La subida de la burguesía contribuirá a la popularización de la joya. A los XIX siglos II, se volverá una de las colocaciones favoritas de la burguesía fácil.
A los XX siglos II, la joya se encarga de códigos que aparecen tanto en la forma como en los materiales usados.
Hoy día, reconocido como un arte de pleno derecho, la joya obtiene una dimensión estética a nuestros comportamientos.